EL/ INFOMANIA/ URUAPAN, MICH./ VIE-06-ABR/ Lo que se puede considerar como el cortejo fúnebre de Cristo, es una demostración al mundo a lo que lleva el egoísmo, la soberbia y el pecado.
Se ha ejecutado a un hombre justo sin causa alguna, condenado por haber mostrado a la humanidad que tanto ama Dios al hombre que se hizo hombre para salvarle.
La solemnidad de esta procesión es impresionante. El contingente marcha en absoluto silencio. Destaca el redoble rítmico del tambor romano, cuyo sonido llama la atención de los parroquianos que miran asombrados el destello de las antorchas encendidas.
HISTORIA
En el siglo XVI el primer Marqués de la Tarifa Don Fadrique de la Ribera, instaura un Víacrucis en Sevilla, España, como el que contempló años antes en Jerusalén, empapado de fervor al recordar el Calvario, tuvo la idea de fundar la primera Cofradía Sevillana para recordar la Pasión y Muerte de Cristo.
Los Padres Carmelitas llegados a la Nueva España en 1585 instituyeron en la Ciudad de México en la Ermita de San Sebastián, las citadas Procesiones de Semana Santa a la usanza española. Una de éstas la Procesión del Silencio, perduró durante el México Colonial llegando hasta nuestros días en el atrio del Templo Carmelita de la Villa de San Ángel, en la Capital.
Fue el Vienes Santo 16 de Abril de 1954 cuando el Padre Carmelita Fray Nicolás de San José, transplantó del Carmen de San Ángel a nuestra Ciudad de San Luis Potosí, la primera Procesión que nació de la devoción de los toreros potosinos a la Virgen de la Soledad. Desfilaron por los adoquines de las calles coloniales damas de la Colonia Española ataviadas a la usanza Sevillana, Terciarios Carmelitas y los Toreros, quienes llevaron a hombros la imagen de Nuestra Señora de la Soledad.
En 1961 Fray Fernando Garza, con el deseo de aumentar esta tradición como en Sevilla, formó el primer Patronato Hispano Potosino con los taurinos Juan y Lupita Romo, el Maestro Fermín Rivera, su esposa Angelita, Ignacio Duque Aranda y Nicolás Salas quienes trabajaron arduamente e hicieron posible con el crecimiento de las cofradías el recorrido por el centro de la ciudad. Integraron elementos propios de nuestra identidad, que a iniciativa de Lupita introdujo poco a poco el fino rebozo de Santa María del Río, así como la participación de los Charros y Adelitas, dándole un toque de mexicanidad. Al adquirir sello y fisonomía propia, se consolidó la doble raíz de nuestra mexicanidad: dos pueblos, dos culturas, dos tradiciones una sola religión y la lengua más bella del mundo se conjugan en la comunión de este solemne y respetuoso Víacrucis.
Esta manifestación religiosa adquirió tal importancia que se hizo necesario fundar una Asociación Civil con el nombre de “Tradiciones Potosinas, A.C.” el 16 de Marzo de 1966 a iniciativa y tenacidad de Fray Luis Falcón Pizá, la cual organiza y coordina hasta la fecha la realización de la PROCESIÓN DEL SILENCIO y de otras importantes tradiciones.
La procesión del silencio concluye en el templo de San Francisco. Los varones participantes apagan sus antorchas antes de ingresar al recinto sagrado. Las mujeres están impedidas de ingresar a la ceremonia.
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