NACHO CAMPOS/ URUAPAN, MICH./ DOM-11-MZO/ El neoliberalismo es un modelo económico que surgió en los países capitalistas avanzados, cuyo propósito es rescatar a la economía mundial, de las crisis, recesiones y colapsos financieros iniciados en los años 60’s. Resultado de la crisis más larga de la economía mundial.
Su objetivo actual es salvaguardar el sistema imperante, dominado por un grupo de millonarios y monopolios, mediante medidas extremas que polarizan al mundo en dos grandes polos opuestos: 358 multimillonarios y más de 2 mil 300 millones de pobres.
El neoliberalismo es un modelo de acumulación de dinero y capital, basado en la especulación monetaria, crediticia y bajos salarios. Basta con señalar que uno de los multimillonarios del mundo, cuenta con una fortuna de 55 mil 500 millones de dólares, es decir, toda la deuda interna de México, que tiene 120 millones de habitantes.
En México a partir de la petrolización de la economía, el enorme incremento de la deuda externa y la profunda crisis que sacudió al país a principios de los 80’s, durante el gobierno de José López Portillo, sirvió de pretexto a los neoliberales para empezar aplicar en México las recetas del fondo monetario internacional (FMI) y del banco de México.
Esos organismos financieros al servicio del imperialismo norteamericano, aprovechando la situación de crisis creada por ellos mismos al propiciar una política generalizada de endeudamiento, mas allá de las posibilidades reales de los países subdesarrollados, particularmente de los de America Latina, les impusieron su proyecto neo-colonial. En nuestro país este modelo fue impuesto a través de las llamadas cartas de intención suscritas por el gobierno y el fondo monetario internacional se adquirieron muchos compromisos, entre ellos la política consistente en deshacerse de las empresas públicas, las de establecer topes salariales y otras similares, todas ellas contrarias a los intereses nacionales y populares.
El neoliberalismo a dado paso a la mundialización de la economía ahora conocida como globalización, que no es más que un proceso de intensa integración internacional de la economía durante el ultimo siglo, a través devla liberación de los mercados y de la no intervención del Estado en la economía. Las características de la globalización son:
a) Avance de la exportación de los capitales.
b) Progresión geométrica de las operaciones financieras internacionales.
c) Giro de la producción hacia el mercado mundial.
d) Unificación de grandes mercados regionales.
e) Apertura de los mercados.
f) Desarrollo tecnológico.
La célula básica de la globalización esta en las grandes compañías transnacionales, que constituye el elemento característico de este capitalismo que cruza el umbral del siglo XXI.
Las transnacionales globalizan la producción de mismo modo que ha sido cuando la manufactura puso a la burguesía en pie contra el feudalismo, que la gran industria mecanizada presidió el triunfo definitivo del régimen burgués, o que el monopolio capitalista, como señalaron Lenin y otros marxistas coetáneos, fue el elemento característico de la época que ellos llamaron imperialismo ( fase superior del capitalismo) y consideraron como una época de decadencia de la civilización burguesa. El entrelazamiento mundial de los grupos multinacionales, que es la esencia del proceso de globalización. Es ante todo un proceso de centralización del capital, es decir la concentración de la masa del capital existente en un número tan reducido de grandes compañías que han podido afirmar de 200 de ellas dominan a su antojo el mundo y sobre ellas reina una oligarquía financiera mundial para la cual los gobiernos capitalistas incluso los mayores no son más que delegaciones de sus consejos de administración.
La globalización no es un accidente. Tampoco es un invento político. Contemplar esta etapa económica como si la hubiese engendrado un pensamiento perverso o un partido político, es ponerse una venda en los ojos, es negarse a mirar la realidad.
Considerada históricamente, la globalización se nos presenta como la forma necesaria en la que el capital se adapta hoy a la relación de fuerzas, siempre cambiantes, entre explotadores y explotados, y a la vez que se esfuerza por recuperar y ampliar su poder