La ejecución de una pareja en el municipio de Tuzantla, cuyos cuerpos fueron arrojados a un basurero; cinco militares liquidados en una emboscada en Carácuaro, a punta de granadas y metralletas, y una abogada de Uruapan que metieron a un molino de rastrojo para una vez convertida en carne molida, dársela de alimento a los cerdos de una granja.
Todos estos crímenes tienen en común un autor intelectual: José de Jesús Méndez Vargas «El Chango» Méndez, uno de los líderes de La Familia Michoacana, quien en su récord de sangre también figuran policías municipales, estatales, federales y el asesinato de un rival en Texas.
Algunos de los sicarios que trabajaron para «El Chango» y que fueron detenidos en los últimos dos años, han contado a la Procuraduría General de la República diversas historias que lo exhiben como uno de los asesinos más cruentos del narcotráfico en México.
Uno de sus escoltas, hoy testigo colaborador, relata en su declaración del 18 de agosto de 2009 que «El Chango» ordenó decenas de ejecuciones y desapariciones a su operador Hilario López «El Gato», detenido el 14 de abril de 2010 en el Distrito Federal.
«Los que están bajo el mando del ‘Chango’ no pueden realizar ninguna actividad sin pedir permiso a su mando y de allí al siguiente hasta llegar al ‘Chango'», explicó el testigo.
Uno de los primeros crímenes que recordó fueron los de Víctor Manuel Ruiz López, originario de Sinaloa, y Noé Ayala García, quien fuera agente de la Federal de Caminos, ambos decapitados el 7 de octubre de 2006 en Zitácuaro.
Sus cabezas aparecieron afuera de una agencia de autos y sus cuerpos en una brecha del pueblo de La Coyota.
En 2008, «El Gato» recibió órdenes de ‘El Chango’ para ejecutar a Emilio Esquivel Corona, Emilio Esquivel Guzmán, Odilón Sánchez y a un policía Ministerial, todos en Zitácuaro.
«(También para) la ejecución de un señor y una señora en Tuzantla, Michoacán, quienes fueron tirados en el basurero del municipio, y la ejecución de los muchachos que fueron acribillados saliendo de la discoteca Ate en la ciudad de Zitácuaro en 2006», enumera el testigo.
El ex sicario de «El Chango» Méndez también reveló que el capo autorizó la emboscada del 1 de mayo de 2007 en Carácuaro, en la que murieron los militares Antíoco Hernández Morales, Humberto Ruiz Hernández, Armando Valentín Aguilar, Israel Téllez Villanueva y Júpiter Francisco Carrillo Cornejo.
«En la plaza de Carácuaro estaba encargado en el 2007 ‘El Cholo’, quien recibía órdenes de ‘La Minsa’ (Arnoldo Rueda, detenido en 2009) y él a su vez recibió órdenes de ‘El Chango’ para la ejecución de los cinco oficiales del Ejército a mediados de 2007», declaró.
De acuerdo con el testigo, «El Chango» tiene en Uruapan un operador de apellido Ortega, quien es dueño de varias empacadoras de aguacate y tiene una célula de 45 integrantes, la mayoría de ellos sicarios, quienes desaparecieron a una mujer.
Esta persona, junto con un sujeto identificado como «Bravo 26», levantó a una licenciada de Uruapan y la metieron ya muerta a un molino de rastrojo; una vez molida la echaron de alimento para los puercos en una granja que se ubica en el municipio de Uruapan, refirió.
El testigo confiesa que «El Chango» le ordenó en 2007 secuestrar en Apatzingán a un sujeto en la salida que va a San Juan de los Plátanos, lo cual hizo para luego entregar a su víctima a «El Chamuco» (Marcos Arturo Juárez, detenido en 2009), quien lo ejecutó.
«En ese año (2007) levantamos al director de Seguridad Pública de Maravatío (Carlos Flores Beltrán), que se le entregó a ‘El Gory’ y lo desapareció».
De acuerdo con el testigo, un operador llamado Luis Valencia Arzate, «El Chucky», llegó a ser jefe de las plazas de Apaseo El Alto, Silao y Salvatierra, Guanajuato, luego de que por órdenes de «El Chango» ejecutara en Texas a uno de sus enemigos.
«Cuando él estaba encargado de la plaza de Sahuayo, recibió órdenes de ‘La Minsa’ para ejecutar a un señor que mató dentro de la presidencia municipal», agregó.
Con información de Reforma
