Lamberto HERNÁNDEZ MÉNDEZ/ URUAPAN, MICH./ VIE-13-MAY/ Las turbulentas aguas del río que canta, arrastraban la muerte por escabrosos caminos y recónditos lugares hasta que en un pequeño recodo y un montón de piedras, se detuvo; el cuerpo incompleto de una persona quedó atorada y al descubierto bajo los resplandecientes rayos del sol; causó pánico y horror al trabajador de un taller de torno que había ido a realizar sus necesidades fisiológicas a ese lugar y salió como alma que lleva el Diablo.
En la parte posterior del taller de torno “El Güero”, ubicado en el número 128 de la prolongación de la calle Manuel Pérez Coronado, poco antes de llegar al viaducto a Jicalán, uno de los empleados del lugar decidió ir a realizar sus necesidades fisiológicas a la orilla del río Cupatitzio, hacia el barranco de unos 30 metros de profundidad, en basureros y escurrimiento de aguas negras que descargan al otrora río que canta.
Grande fue su sorpresa al descubrir un cuerpo humano que le faltaban las manos y un pie, bocabajo, con su piel blanca que resaltaba ya que era el mediodía y los rayos del astro rey caían a plomo; sintió que los pelos se le erizaban, que la piel se le “enchinaba” y ante el macabro hallazgo, emprendió el regreso tan aprisa como pudo y les notificó a sus compañeros aquel espeluznante cuadro.
En lo alto del acantilado, en ambos lados, colonia Las Delicias y Melchor Ocampo, se empezaron a reunir elementos de auxilio y rescate, policías y como siempre, los curiosos que no faltan; varias amas de casa, con sus niños en brazos, otros que iban o venían de la escuela y sus mochilas a cuestas, soportaron por espacio de dos horas el intenso sol y sortearon el peligro de resbalarse y precipitarse al vacío. Nada importó más que la curiosidad.
Los del Grupo de Apoyo en Desastres, lograron rescatar el cuerpo hasta el momento no identificado, con grandes dificultades por lo agreste del terreno. Las autoridades investigan.