ISAURO GUTIÉRREZ/ MORELIA, MICH./ DOM-06-JUN/ El 7 de junio, como cada año en México, se celebra el Día de la Libertad de Expresión que, a fuerza de la costumbre, se ha convertido en realidad en el Día de los Periodistas, quienes ante la falta de motivos fundamentados para celebrar una de los derechos del hombre consagrados por la Revolución Francesa y, a partir de 1917 en México, como una de las garantías individuales que protege la Carta Magna, se ha convertido al menos en pretexto para reuniones, comelitonas, rifas y regalos.
La terca realidad nos dice cada día que no existen, al menos en México, las condiciones para el ejercicio libre de la expresión y ejemplos de ello los hay a montones. Retrocediendo un poco en el tiempo habría que recordar lo que ha sucedido en Michoacán durante los últimos cuatro periodos gubernamentales, dos del PRI y dos del PRD, a fin de contrastar estilos de gobierno y actitudes.
El ejercicio del poder lleva implícita la constante tentación de controlar lo que se escribe en los periódicos o se dice en los medios electrónicos, pero para ello cambian los estilos. Durante el gobierno de Ausencio Chávez Hernández, el coordinador de Comunicación Social fue el extinto Rodolfo Ramírez García, un periodista de viejo cuño que procuraba controlar la información a través del mantenimiento de relaciones cordiales con la gente de los medios. Claro que se buscaba siempre el control, pero quienes recuerdan aquella época saben que siempre existía la posibilidad de dialogar con la parte gobernante.
Luego vino el gobierno de Víctor Manuel Tinoco Rubí, quien se caracterizó siempre por una hipersensibilidad a las críticas y un estilo persecutorio contra quienes se atrevieron a señalarle sus errores.
Estuvieron al frente de comunicación social diversas personalidades como el periodista Jaime López Martínez, quien fue relevado por Carlos Arteaga y posteriormente Luis Alberto Sánchez Tapia, quien le dejó el lugar por unos meses al final del sexenio al periodista José Luis Alejo Castillo.
Pero durante ese gobierno los coordinadores de comunicación social se dedicaban a hacer la talacha y quienes operaban eran Domingo Suárez Nimbo y Lourdes Huerta, dos asesores del gobernador que se encargaban de espiar a los periodistas para enterarse de sus vidas privadas y así poderlos controlar, además de ser los brazos ejecutores de persecuciones y represiones.
Periodistas como Jorge Hidalgo Lugo, y los ya fallecidos Raúl Carapia y Julio Taboada Aguiar, vivieron en carne propia los efectos de un estilo dictatorial de gobernar. El primero fue coordinador de la campaña proselitista de Víctor Tinoco y la primera acción de éste fue sacarlo del PRI donde era jefe de prensa. Hidalgo Lugo buscó trabajo en La Voz de Michoacán, como corresponsal de Ovaciones y comentarista en CB Televisión, pero finalmente tuvo que dejar a su familia para buscar el sustento en otros estados de la República durante cuatro años y medio.
Eran entonces clásicas las llamadas desde el gobierno estatal para exigir que se sacara de sus espacios a periodistas como Javier Fabela, quien entonces cubría la fuente del gobernador y como no le caía bien a Tinoco, pidieron que se le cambiara de fuente.
Raúl Carapia dirigía la revista Periodismo en Realidad, con un estilo crítico hacia el gobierno tinoquista y se imprimía en los talleres propiedad del político Carlos Gálvez Herrera, a quien se le pidió que ya no la produjera, por lo que hubo que buscar otros talleres y se imprimía “desde la clandestinidad”, aunque en no pocas ocasiones la publicación era requisada en los puestos de periódicos.
Domingo Suárez y Lourdes Huerta obtuvieron la grabación de una llamada telefónica en la que Raúl Carapia le pedía a su compadre, a la sazón jefe de prensa del PRI, que le prestara mil pesos para comprar medicinas que necesitaba con urgencia por una intervención quirúrgica. Eso fue suficiente para correrlo del partido porque “estaba financiando la revista enemiga del gobernador”. Un botón basta de muestra…
Luego vino el gobierno perredista de Lázaro Cárdenas Batel, quien tuvo como coordinadora de comunicación social a Alma Espinoza, a quien le apodaron la “Maestra Canuta”, debido a que gustaba de regañar a los periodistas porque no sabían hacer su trabajo y les daba lecciones de periodismo, aún cuando ella apenas si llegó a ser una articulista intrascendente de un periódico local. La operación corría a cargo del director de Prensa Armando Machorro.
Finalmente, el gobierno actual ha tenido ya dos coordinadores de comunicación social. Primero fue el propio Armando Machorro Arenas y actualmente es Jesús Humberto Adame Ortiz. La característica es que ha contratado a periodistas con plaza de asesor, para que escriban columnas en medios escritos o hagan comentarios en medios electrónicos, siempre a favor del gobierno y en contra de los partidos opositores, una especie de infiltración oficial en los medios de comunicación.
Por lo pronto, ya cayeron los dos programas radiofónicos que dirigía el periodista Jaime López Martínez en Cadena Rasa, mediante un procedimiento denunciado por él mismo, con el viejo estilo represor, muy parecido al de Víctor Tinoco, más los que se acumulen el resto del cuatrienio.
Comida de la Dignidad.- En medio de todo esto, un grupo heterogéneo de periodistas integrado por los nuevos valores, los de mediana edad y los ya bastante añejados, decidieron reunirse a comer y departir con la única condición de que no hubiera padrinazgos. Cada quien llevó lo que pudo y la fiesta se armó de manera tal que se prolongó por muchas horas en un ambiente de camaradería y de auténtico sabor periodístico. Todos con la cabeza en alto, orgullosos de saberse capaces de ser independientes y capaces de hacer las cosas por sí mismos. Ese grupo se convertirá en la punta de lanza para un cambio en la relación de los medios con el poder político en Michoacán.
