ISAURO GUTIÉRREZ/ MORELIA, MICH./ DOM-04-ABR/ En pleno periodo vacacional, se dio la designación de la Actuaria Irma Aurora Villaseñor Ávila como nueva directora del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación, con lo que las reacciones de la comunidad del plantel se quedarán unos días en el ámbito de lo personal, para después trasladarse a lo colectivo.
Sin embargo, ya se han registrado algunas reuniones entre miembros del ámbito académico con el ánimo de determinar su postura frente a lo que, de entrada, consideran una imposición, por tratarse de una persona absolutamente ajena a la institución, lo que no sería cuestionable, si se tratara de alguien especializado en los temas de pedagogía, tema y objetivo central del IMCED.
De acuerdo con la información oficial, Irma Aurora Villaseñor es Actuaria egresada de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, además de contar con la Maestría en Proyectos de Desarrollo por la Universidad La Salle, Morelia y candidata a Doctora en Economía y Empresa por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, España.
Las suspicacias saltan a la vista, porque la Actuaria Irma Aurora Villaseñor Ávila, en su calidad de Directora General del Comité de Adquisiciones y José Socorro Juárez Fuentes, director del Instituto de Vivienda, fueron quienes firmaron bases de licitación pública estatal CADPE-EM-LEP-001/2009, sobre material de construcción, mismo que sería utilizado posteriormente para el reparto popularmente conocido como el CEMENTAZO, que habría tenido la finalidad de apoyar a los candidatos del PRD en su campaña para diputados federales durante la elección del año pasado.
Se perfila pues el pago de una factura política, dado que Villaseñor Ávila adolece de experiencia probada en materia educativa, además de que su formación profesional como actuaria y especialista en desarrollo de proyectos productivos poco o nada tienen que ver con el ámbito educativo.
No sería la primera vez que el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación fuera utilizado como coto para refugiados políticos, ya se han tenido experiencias similares en las que el resultado final ha sido la poca duración en el cargo de los designados y la concerniente inestabilidad de los programas educativos.
En el libro “Luz y Sombra del IMCED” de Efraín Vargas, se relatan muchas peripecias de esta índole que se dieron a partir de 1996, cuando fue designada una Doctora en Biología de nombre Eva Luz Serrano Tello, quien no duró más de seis meses en el cargo.
Y es que es bien conocida la existencia de al menos dos grupos de docentes que luchan entre sí para que sus propuestas sean las aceptadas, pero cuando los intereses superiores del instituto se ven atacados de esta forma, todos se unen en contra de las imposiciones.
El Decreto de creación del Instituto, que data de 1986, establece con toda claridad que para ser director se requiere ostentar el grado de Maestro en cualquier área relacionada con la educación, precepto que no se cumple en el presente caso de Irma Aurora Villaseñor Ávila.
Volviendo al pasado, se recuerda la Ingeniero Jorge Correa Pérez, egresado del Instituto Politécnico Nacional, quien no pudo cumplir el primer año al mando de la dirección, para ceder su lugar a Alfredo Esquivel Ávila, maestro de carrera, quien retornó la calma y cumplió el interinato satisfactoriamente.
Después vino el Ing. Jorge Isaías López Chalé, ex director del Instituto Tecnológico de Morelia, quien a pesar de su experiencia y relación con el ámbito de la educación, no pudo descifrar el modelo pedagógico del IMCED, por lo que tuvo que abandonar el cargo en poco tiempo.
Después de eso vino un periodo de estabilidad con Israim Santacruz, seguido por Rogelio Raya y finalmente con Juan José Chagoya Gaona, casos en los que se presentó y respetó una terna por parte de la comunidad educativa.
El Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación recibe ingresos propios por el orden de los 56 millones de pesos cada año, mientras que el gobierno del estado le entrega un subsidio de siete millones, lo que da una idea acerca de las posibilidades económicas que representa la dirección.
Pero la parte más importante es que el modelo pedagógico del IMCED es único, no tiene nada que ver con otros modelos conocidos y quienes llegan a la institución deben conocer a fondo todos los detalles, para poder integrarse adecuadamente al proceso de la institución.
La única posibilidad que tiene Irma Aurora Villaseñor Ávila de permanecer en el cargo, es con la designación de un subdirector académico que conozca el modelo pedagógico del IMCED y otros mandos medios que le permitan enlazarse con la comunidad educativa del instituto, de lo contrario, habrá problemas en poco tiempo.